Investigadores de Bioeducanos realizan clases de selección natural en colegio de Quillota usando por primera vez recursos didácticos de evolución humana únicos en Chile

El pasado 30 de noviembre, Paola Núñez y Hernán Cofré, ambos integrantes del equipo de académicos Bioeducanos, asistieron al colegio San Ignacio de La Ssalle, de Quillota, para realizar clases en dos primeros medios, con el objetivo de acercar al contenido de evolución a los y las estudiantes. Durante las clases se utilizó material concreto y atractivo para ellos sobre evolución humana. La idea central de esta visita fue que los jóvenes lograran descubrir las adaptaciones, diferencias y semejanzas que tenemos con nuestros parientes cercanos, vivos o extintos.

Por cierto, en ocasiones anteriores se había trabajado con dicho material junto a escolares en actividades organizadas por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, con el fin de vincular a los colegios con la vida universitaria. Sin embargo, es primera vez que investigadores de Bioeducanos realizan clases sobre evolución humana en un centro educacional escolar. “Una experiencia muy enriquecedora, pues nos permitió aplicar nuestras estrategias de enseñanza en un contexto real”, comenta Hernán Cofré, especialista en naturaleza de la Ciencia y enseñanza de la Evolución.

Durante aquella jornada en el colegio San Ignacio de La Ssalle se trabajó con dos cursos. Uno estuvo a cargo de Paola Núñez, magíster en didáctica de las ciencias y el otro grupo fue liderado por Hernán Cofré. Junto a los académicos se encontraban presentes -en cada una de las salas- los profesores de la asignatura: Pablo Castillo y Constanza Escobar, para quien este espacio tuvo mucha importancia, porque -afirmó- “genera más curiosidad, fomenta la participación y el entusiasmo”. A propósito, agrega que los alumnos ven a los especialistas con respeto. Asimismo, piensa “que este tipo de dinámicas son muy productivas, ya que permite manipular materiales que generalmente no poseen los colegios y acercar a los estudiantes a las ciencias, a trabajar y generar hipótesis como verdaderos científicos”.

Respecto a los y las estudiantes, Constanza destaca el entusiasmo y la capacidad para generar explicaciones: “de hecho me sorprendieron cuando estaban elaborando hipótesis que ni a mí se me hubiesen ocurrido. Como profesora fue muy significativa la instancia, siento que tanto alumnos como profesores fuimos aprendiendo en la medida que íbamos trabajando. Al finalizar la clase me quedé pensando que es una lástima que en los colegios no contemos con este tipo de recursos. Confieso que esperaba que, con estos materiales y recursos, los estudiantes pudieran experimentar del mismo modo como trabajan los científicos, que fuesen capaces de observar, de crear hipótesis respecto a las situaciones que se les presentan y de que aprendan más sobre la evolución humana. Así es que se cumplieron totalmente mis expectativas. Me encantaría volver a aplicar estos recursos con todos los cursos que estudiamos evolución”.

Para el profesor Pablo Castillo, con este tipo de actividades “podemos dar la posibilidad de trabajar aspectos de la naturaleza de la ciencia que, si bien están declaradas en el currículum nacional, no hay tantas estrategias que los profesores conozcamos y podamos aplicar. Con esto se puede alcanzar aquello que realmente anhelamos los profesores de ciencias: la alfabetización científica. Además, las sensaciones que dejan estas actividades con material concreto, tanto en alumnos como profesores permiten fortalecer los lazos que como proyecto educativo tenemos declarados”.

Por su parte, Hernán Cofré señala: “en particular, esperamos que los estudiantes hayan aprendido algunas de las adaptaciones humanas más importantes, como nuestra vida bípeda, nuestro gran cerebro y también nuestra conducta social. Por otro lado, la última actividad que realizamos en la clase fue reflexionar sobre varios aspectos, por ejemplo, ¿ cómo nuestra historia evolutiva, asociada a ser bípedos, tiene consecuencias en nuestra vida diaria?; sobre los aspectos sociales, económicos y médicos asociados a las dolencias que son consecuencia de ser bípedos. Por ejemplo, nos preguntamos ¿Cómo mejorar las condiciones laborales de trabajos que requieren permanecer muchas horas de pie?”

Por lo tanto, agrega Hernán: “nuestra primera impresión es que al menos la motivación para los jóvenes escolares, durante las clases que realizamos junto a Paola Núñez, fue muy buena”.

En términos de enseñanza, tanto investigadores como profesores y estudiantes aprendieron, reflexionaron y adquirieron mayor conocimiento del que ya poseen y aplicaron nuevas experiencias en cada uno de sus contextos y áreas de estudio.

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